Eco de Fe en el Abismo: La Lucha Silenciosa de Desmond Doss
En mi segunda entrada, exploro el concepto del 'súper yo' inspirándome en Hacksaw Ridge, la emotiva historia de Desmond Doss, el médico militar objetor de conciencia que salvó vidas en la Segunda Guerra Mundial sin empuñar armas. Analizaré el 'súper yo' de Freud, el conflicto interno, la valentía y la lucha personal, tejiendo un relato humano y conmovedor que invita a la reflexión.
LúAlba, imágenes por Grok y Hostinger
Como ya es sabido, quería hablar sobre la película Hasta el último hombre (Hacksaw Ridge, 2016), que retrata la historia de Desmond T. Doss, un hombre que, debido a su fe, combatió en la Segunda Guerra Mundial sin portar un arma. No disparó ni una bala, pero salvó a 75 personas de la muerte en la batalla de la isla de Okinawa. Gracias a su coraje, pasó de ser objeto de burlas por parte de sus compañeros a que se le reconociera su enorme valía con la entrega de la Medalla de Honor del Congreso, otorgada por primera vez a un objetor de conciencia. Dirigida por Mel Gibson, esta película me llevó a preguntarme: ¿qué es un objetor de conciencia?
Según la Secretaría Distrital de Gobierno de la Alcaldía Mayor de Bogotá, D.C., “la objeción de conciencia es la herramienta que tienen las personas para negarse a realizar acciones que vayan en contra de sus convicciones religiosas, éticas, sociales o filosóficas, entre otras”. Además, bajo la Constitución Política de Colombia, el artículo 18 establece: “Nadie será molestado por razón de sus convicciones o creencias ni obligado a revelarlas o a actuar contra su conciencia”. Más allá de esto, me impresiona que este personaje, Desmond Doss, decidiera ir a la guerra sin arma alguna, guiado únicamente por su fe y su deseo de ayudar a otros, porque eso era lo que lo definía como ser humano.
Mi opinión sobre la película es que resalta cómo los seres humanos pueden ser únicos y maravillosos cuando encuentran lo que los define. Como mencioné en una entrada anterior, tomar una decisión y aceptarla, sin importar las consecuencias, es fascinante. La fe inquebrantable de Doss y su convicción de mantenerse firme, a pesar de la tormenta y las críticas sociales, nunca flaquearon. Es curioso que todo comenzara con dos hitos importantes en su vida, porque, al fin y al cabo, todo comienza por algo. Pensemos en Batman, cuyo sentido de justicia nació tras la muerte de sus padres; Marie Curie, cuyo descubrimiento de la radiactividad y el aislamiento del radio le valió dos premios Nobel, cambiando su vida y la ciencia para siempre, aunque la exposición a la radiación marcó su salud; Nelson Mandela, cuya liberación tras 27 años de prisión en 1990 lo catapultó a liderar la reconciliación en Sudáfrica y convertirse en su primer presidente negro, transformando su vida y la de una nación; o Tony Stark, quien, herido por las armas que él mismo fabricaba, creó una armadura para sobrevivir y pasó de ser un magnate egoísta a un héroe, redefiniendo su propósito. Curiosamente, me impresionó que Tony fuera uno de los primeros superhéroes en revelar su identidad al público.
Aún más impactante es la historia de Malala Yousafzai, quien sobrevivió a un intento de asesinato por parte de los talibanes en 2012 y se convirtió en una activista global por la educación, ganando el Nobel de la Paz a los 17 años. También están las personas que, día a día, deciden cambiar el rumbo de sus vidas: dejar de fumar, hacer ejercicio, comer más saludable, entre otras cosas. En el caso de Doss, su historia comienza con dos momentos clave: cuando casi mata a su hermano y cuando defendió a su madre de su padre borracho. Estos eventos lo llevaron a reconocer que los seres humanos podemos vernos tentados a usar un arma, ya sea en un juego entre hermanos o en una situación de violencia. Su deseo de ayudar lo llevó a participar en un hito histórico, la Segunda Guerra Mundial, sin portar un arma.
Algo que me impactó de la película y me motivó a escribir esta entrada es la necesidad humana de no sentirse solo, de encontrar valía y propósito. Como mencioné en mi blog anterior, al crecer nos enfrentamos al duelo de darnos cuenta de que nuestros padres no son invencibles, que son humanos como nosotros. Nos dan herramientas, valores y aprendizajes, pero llega el día en que nos damos cuenta de que somos responsables de nosotros mismos y nos preguntamos: ¿quién soy? Por eso creo que la religión es importante para quienes buscan un propósito, para quienes se sienten solos o han tenido padres que controlaban cada aspecto de sus vidas. Dios llena ese vacío que dejan los padres, brindando una sensación de protección y propósito, un sentimiento de que no estamos solos, de que hay algo más allá que nos motiva a seguir adelante.
En la película, hay un momento en que la psique de Doss tambalea. Es una escena de introspección en la cima de Hacksaw Ridge, justo después de que su unidad se retira y él se queda solo. Es un instante silencioso, muy visual y emocional, donde Doss, cubierto de tierra y sangre, está agachado entre los cuerpos y el caos, mirando al cielo con una expresión de súplica silenciosa. La película utiliza el silencio, la música y la actuación de Andrew Garfield para transmitir su lucha interna, como si buscara guía divina a través de su fe. Aunque no pronuncia una frase clara en voz alta, inmediatamente después escucha el grito de un soldado herido (“¡Médico!”), lo que lo impulsa a actuar y a repetir su famosa plegaria: “Señor, por favor, ayúdame a salvar uno más” (Lord, please, help me get one more). ¿Quién no ha estado en ese momento en la vida, tocando fondo, sintiendo que las máscaras caen y que todo lo que creías controlar se desvanece? Sin embargo, siempre hay una luz, algo que te trae de vuelta y te da fuerzas para continuar, para decidir quién quieres ser.
Hablando de “quién quiero ser”, un tema que me llamó la atención en la película es cómo los seres humanos creamos nuestra identidad. Esto se relaciona con el concepto del superyó, de la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud, que describe una de las tres estructuras de la personalidad, junto con el ello y el yo. El superyó es la parte moral y ética de la psique, una especie de “conciencia” interna que regula el comportamiento según las normas, valores y reglas sociales interiorizadas. En el caso de Doss, a medida que crecía, fue cultivando un superyó basado en su fe en Dios y su compromiso de ayudar a los demás, siendo un objetor de conciencia. En resumen, entendí que el superyó es como un “Pepe Grillo”, esa voz interior que escuchas cuando tomas una decisión contraria a quien eres por dentro, a ese ser que tú mismo has creado.
Aquí es donde me pierdo, porque no siempre tengo claro quién soy. A veces, mi voz interior es muy dura conmigo misma. Solo existo, trabajo por no hacer daño a los demás y busco hacer cosas que me agraden, aunque a los pocos minutos me aburra. Y eso sería todo lo que pienso sobre este tema.
Ahora, quiero compartir una canción para la sección “Algo de música”. Esta canción me trae recuerdos porque refleja cómo a veces nos dejamos llevar por lo que otros esperan de nosotros: “Serás ingeniero, médico, contador cuando crezcas, porque soy tu padre y así lo decidí”. Finalmente, estas son las consecuencias de tomar decisiones basadas en lo que otros nos dicen en lugar de decidir por nosotros mismos.
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