El Primer Eco del Abismo

Bienvenidos a 'El Primer Eco del Abismo', donde mi voz emerge por primera vez en este blog. En esta entrada, dejo fluir mis miedos al compartir, la lucha contra la procrastinación, el dolor de las rodillas tras el ejercicio, y las emociones de una serie que me hizo reír y llorar. Reflexiono sobre decisiones, familia y la belleza del equilibrio en la vida, invitándote a pensar y sentir conmigo.

LúAlba, Imágenes Grok y Hostinger

10/20/20255 min read

Acabo de terminar una serie coreana en Netflix que se llama Si la vida te da mandarinas. Vemos la historia de una pareja desde su infancia hasta su muerte. Quiero decirles que me reí un montón, pero lloré aún más… Porque, por supuesto, no haré spoilers, pero te despierta mucho el sentimiento de la familia. Mucho más allá de las precariedades, todos tenemos sueños y todo son decisiones. Quienes toman sus decisiones es porque afrontan y rigen su destino. No hablo de que todos tenemos un destino marcado, sino que cada decisión tiene una consecuencia, es acción-reacción, pero con intención. Sabes que lo que decidas afectará tu destino, pero lo más importante es la aceptación y resiliencia de que no todo será perfecto. Las decisiones de otros afectan las nuestras, pero ¿qué harás? ¿Seguir o quejarte porque el mundo es cruel? Él ya es cruel, pero también es bello, ese es el equilibrio de la vida. Queda la última porción de pastel: alguien la comprará y otro no podrá hacerlo. Una vez me dijeron: “Pues lo comparto”, y otro me contestó: “Compartir significa menos para mí”. ¿Eso somos, seres egoístas que pensamos en nuestra supervivencia? ¿Y está mal? ¿Está mal prevalecer y aceptar que nuestras decisiones, aunque puedan afectar a otros, son la decisión de otros en cambiar o dejarse cambiar? Te lo digo por adelantado: la mayoría siempre tiene la razón, la razón que ellos mismos crearon. ¿Está mal? ¿No está bien? ¿Qué importa? Yo creo, después de mucho, que las personas solo se pueden ayudar solas. Y si me piden ayuda, haré lo que esté en mis manos para ayudarle, pero no dándole lo que quiere, sino lo que necesita: sea una palmada en la espalda, un abrazo, un consejo, etc. ¿Está bien o mal? Quién sabe, pero así no salgo afectada. Después de muchas preocupaciones por otros, aprendí que yo solo puedo dejar herramientas, pero no debe haber apego.

Es muy gracioso el apego. A veces me siento malagradecida porque vuelve a mi mente el tema de la familia. ¿Qué es familia? De acuerdo con la RAE, “grupo de personas vinculadas por relaciones de matrimonio, parentesco, convivencia o afinidad”. Es decir, todo puede ser familia mientras sea persona. Es decir, que tu mascota no es familia porque no es persona; eso es tema para otra entrada. En fin, familia. Amo a las personas, me parecen entretenidas. Me impresiona lo fabuloso del ser humano. Hoy estuve viendo la película Cómo entrenar a tu dragón 2. Me centré en el personaje de Hipo y su búsqueda por quién es, porque su crianza estuvo dirigida por su padre desde que era un niño. Él debía ser un mata-dragones y el líder de la aldea por ser el hijo de… Su ser fue reprimido. Así somos cuando somos niños: creemos que nuestros padres son los más fuertes y nunca te sentirás inseguro con ellos, por lo que decides seguir lo que te dicen. Pero llega la adolescencia, la temida etapa de los padres, donde el niño pasa por el duelo de que sus padres no estarán allí para siempre y que sus culturas y pensamientos no siempre están en la razón.

Volviendo a Hipo, su padre siempre reprimió esa parte que algunos llamarían debilidad, esa empatía por los seres vivos, que cree en que los dragones no son seres que solo matan, sino que eran otro ser vivo que vivía en nuestro mundo. ¿Cuántas veces escuchaste de esos seres que te criaron: “Adelgaza, a la gente no le gustarás si eres gordo”, “no te compres esa moto, te vas a matar”, “no te vistas así”, “no uses el flequillo, te tapa los ojos”, “debes ser el mejor, los fuertes sobreviven y los débiles no”, “no te sientes en las piernas de los hombres, se ve mal, así sea tu propio padre y tengas 4 años”, “no te pongas camisas tan cortas”, “no muestres el ombligo, atraerás a los hombres”, “come más rápido”, “no uses esa ropa para salir”, “te vas a volver monja si no sales con alguien”, “no seas gay, eso es malo”, “Dios no te amará si sigues así”, “vas a ir al infierno”, “lo tienes grande”, “eres muy bajo”, “eres orejón”, “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”? Represión tras represión. El mundo es así, pero a veces duele escucharlo de quienes más amas o en quienes más confías.

Decir quién eres no es fácil. Hipo, cambiando toda la cultura en su pueblo, aún así no se sentía suficiente para ser un buen gobernante. Por suerte, se reencontró con su madre, donde vio que muchos de los aspectos que muchos en el pueblo dijeron ser malos, que reprimió en cierto sentido, eran parte de él. Se dio cuenta de la decisión de su madre de abandonar hasta su propio hijo, familia y pueblo, para no dejarse reprimir más. Pero su hijo sí lo logró: pudo obtener lo bueno de ambos padres. No siempre tenemos ese espejo mágico que nos muestra que aquello por lo que más te castigas, porque te dijeron que era malo, es parte de tu ser.

El ser humano es tan distinto y hermoso a la vez. En general, tenemos muchos aspectos en diversas medidas: algunos más afianzados a como dicen ser blandos y otros a ser fuertes. Creo que la habilidad que debemos adquirir no es “debo ser más fuerte” o “debo ser más blando”. Para sobrevivir a este mundo, debes entender las pequeñas variaciones que rodean tus decisiones, aceptándolas y equilibrando cuándo debes ser rudo y cuándo debes ser blando. Aprende a elegir tus propias peleas, ya que no siempre hay que pelear para llegar a tu objetivo. A veces, solo debes dejar fluir y dejar de controlar, porque mientras más aprietas algo, más se destruye.

group of people waving their hands
group of people waving their hands

Te hablo del abismo, soy LúAlba y es la primera vez que dejaré mis pensamientos en el blog. Quiero decirles que tengo más miedo de hacerlo, pero creo que esto será terapéutico. No me importa quién me escuche ni tampoco quién me lea, porque esto solo es para el espacio, una voz humana casi extraña que dejará sus pensamientos volar. Si quiero dejar una enseñanza, no solo quiero relatar y textualizar mis pensamientos. Son muchos, soy humana, ¿qué más esperas? Hoy, en una tarde de café en un co-working, comienzo un proyecto que debió comenzar hace meses. Pagué el nombre de esta página… Pero, ¿qué más? Procrastinación, miedo, susto, depresión, ganas de morir, ganas de vivir, un intenso momento de ganar y perder.

Hoy trabajo, duermo y trabajo nuevamente. Para ponerle un poco de sazón, hago ejercicio, je. Me tocó pagar un gimnasio porque por mí misma no pude. Pago para subir escaleras que no llegan a ningún lado, aunque las tuve que dejar, pues por mi obesidad y edad, las rodillas me pasan factura. Por eso me gustan los ejercicios en los que puedo esforzarme por mí misma. Aunque no paso de las cinco lagartijas, puedo hacer más de setenta sentadillas. Mis piernas son fuertes, pero mis brazos no.